Nombre: JEC60

sábado, mayo 16, 2009

SEGUNDA PARTE MI PADRE

- Está bien, báñate como quieras, ojala que aparezcan los pacos y te tomen preso.
- Gracias hijo, no esperaba menos de ti. ¿Quién te hizo tan complicado y putijunto, o sea pusilánime, que es lo mismo? Mira, imagina que tú vuelves después de cincuenta años y te encuentras con un hijo viejo y miedoso, incapaz de mostrar el culo, incapaz de entender la muerte y seguramente tampoco la vida.
- ¿Y viniste a enseñarme a vivir, no crees que es un poco tarde?
- No sé, no sé a qué vine, pero ¿tú crees que necesitas de una ayudita?
Tomó carrera y se lanzó a las olas, salió tiritando.
- ¡Por la Mierda el agua helada! Se me había olvidado.
Se sentó sobre la arena - Me fumaría un pucho – musitó entre tiritones, cruzando los brazos sobre el tórax de costillas escuálidas para entrar en calor. Me saqué el chaleco y se lo pasé – Parece que no eras tan machito, después de todo.
Me miró sonriendo, pero no dijo nada, aunque igual se puso el chaleco.
- Creo que por aquí cerca venden cigarrillos, ya que es lo único que te preocupa; te voy a contar que han sacado hace poco una ley que prohíbe fumar en lugares públicos, no aquí en la playa, pero en los restoranes y oficinas.
- Estarán locos
- No, no lo están, tu humo termino aspirándolo yo y los demás y bien sabes que produce cáncer.
- ¿Y? De algo se tiene uno que morir, ¿has visto a un muerto arrepentido?
- Claro que no, tú eres el único muerto que conozco.
- Bueno, pensándolo bien, yo tampoco lo sé, quizás alguno que se quedó con algo sin hacer, pero por fumar, honestamente, no lo creo.
- Cuéntame como es el cielo?
- Yo no he dicho que estoy en el cielo
- ¿Y dónde estás entonces?
- Que sé yo, nadie me lo ha aclarado, o tú crees que uno se muere y hay una comisión esperándote y te dicen bienvenido al Cielo, que usted fue un buen hombre, etc, etc.
- Bueno, yo nunca he sido creyente, que eso lo saqué de ti, y siempre pensé que uno se moría y se acabó, pero ahora, con esto que tú aparezcas, ¿Qué crees que piense?
- Yo tampoco lo sé, la verdad es que te mentí un poco, mejor dicho, te quise hacer una broma y no lo entendiste, que por pedir algo tan simple como unos cigarrillos me dejaron venir, como si hubiese ganado un concurso, no es cierto, sólo sé que estoy aquí, y tú que sé yo por qué te apareciste, justo ahora, ¿Todavía estás viviendo en San Antonio?
- No, en Santiago, vinimos con la Ester por el fin de semana, yo me arranqué un rato porque me siento agotado, ella está mal, cada día peor, le queda poco, a lo más un par de meses de vida.
- ¿Tu mujer, no? ¿Qué le pasa?
- Tiene cáncer, diseminado, en los huesos, en el cerebro, por todas partes, tuve que aprender a colocarle las inyecciones de calmantes. Por eso salí a tomar un poco de aire.
- ¿Y fumaba?
. No, papá, no fumaba, nunca ha fumado, es un tumor de la mama.
- ¿Viste?
- Qué, ¿Crees acaso que la única cagada que te mandaste en la vida fue fumar? Mira, que me faltan dedos en las manos para contarlas. ¿Se te olvidó cuando nos dejaste por una mina? Estuviste como tres meses desaparecido. Te lo voy a contar con pelos y señales, porque nunca se me ha olvidado, toda la familia arranchada donde la abuela, yo tendría cinco, pero lo recuerdo clarito, la abuela nunca quiso a mamá y la reprochaba como si fuera la culpable de tu ausencia. Una noche me dejaron acostado, con la luz encendida, en esa casa donde los techos eran tan altos colgaba de un largo cordón una ampolleta solitaria, además que en esa época la luz que emitían era escasa, amarillenta, como mortecina; mamá lloraba en el salón, y tu madre la increpaba - una mujer debe saber mantener a su marido a su lado - algo así le decía. De algún modo esa escena me marcó, nunca he podido quedarme dormido con una luz encendida, hasta el día de hoy, si ello ocurre, de inmediato aparece el recuerdo.
- La vida tiene tantos matices, cualquier explicación probablemente no la entenderías.
- Te acuerdas cuando me llevabas los veranos en tus viajes de vendedor de libros, estuviste varios años trabajando en eso para las vacaciones. Ahora te lo voy a decir, me angustiaba cuando te bajabas en todas las estaciones y el tren partía y tú recién regresabas al carro una hora más tarde, porque te habías quedado conversando con alguien. Yo me pasaba toda clase de películas, que no habías alcanzado a subir, que tendría que pedir ayuda, que no tenía dinero, que sé yo.
- ¡Oye! ¿No querrás ahora que te pida perdón?
- No, supongo que no, pero es bueno que te lo haya dicho, siempre me lo tuve guardado, yo sé que no te dabas ni cuenta, todo era así en ese tiempo, nosotros como que crecíamos solos, jugando en las calles, jamás los padres iban a reuniones del colegio, tampoco nos ayudaban con las tareas y eso que tú que eras profesor, pero tampoco fuiste diferente.
- Espera, no sé como será ahora, uno lo hacía lo mejor que podía. Nuestra infancia fue mucho más dura, tú no tuviste que trabajar a los diez años como yo, para la Crisis del 31 tuve que hacer cola para alcanzar a comer en las ollas comunes y después con el sueldo de mierda que tenemos los profesores, tener que mantener una familia y tratar que la pobreza no se note, ¿Por qué crees que tenía que vender libros en los veranos? ¿Tú crees que a nosotros nos celebraban los cumpleaños o nos regalaban algo para Navidad? Éramos nueve hermanos, yo fui el único que sacó una profesión.
- Párale, ese cuento ya lo conozco de memoria, que estudiaste de noche y en el día trabajabas en el Diario Ilustrado, no sé cuantas veces me lo has contado.
- Está bien, pero yo creo que es una explicación, cuando la vida lo ha tratado con dureza, ello le moldea el carácter, y uno cree que todo el mundo debe ser igual.
Se paró, se puso los pantalones y unos zapatos con cordones que se veían sumamente gastados, zapatos de pobre, pensé con un poco de tristeza.
- Comprenderás que ando sin dinero, espero que me puedas facilitar algunos pesitos, aunque sea para puchos.
- Sí, por aquí cerca venden.
- ¿Crees tú que podríamos ir al lugar del que te hablé? Bueno, si es que existe.
- En 1985, entre paréntesis estamos en el 2006, siglo 21, tercer milenio, sigo, el 85 hubo un terremoto aquí, mucha construcción antigua se vino abajo, del puerto no quedó nada, las tremendas grúas se cayeron, así es que espero que tu boliche se haya salvado.
No era cerca, caminamos varias cuadras. El lo hacía mucho más rápido. De pronto tomó carrera y le dio un puntapié a una piedra de la vereda, salió corriendo tras ella y la siguió golpeando, haciendo zigzag por más de media cuadra, mientras murmuraba para si como si estuviera transmitiendo un partido de fútbol. Me esperó en la esquina, me miró con una sonrisa –En el Liceo siempre me jugaba una pichanga con los muchachos más grandes, sabes, no era malo, claro que los desgraciados se aprovechaban para patearme de lo lindo, tú sabes el profe de matemáticas siempre era el más odiado, no sé por qué en este país seremos tan malos para las matemáticas, supongo que para el fútbol seguimos igual, podridos de malos, me acuerdo que para el 54 ó 55, algo así, fui a ver la final de un Sudamericano, jugábamos con Argentina, quedó una tremenda embarrada, con varios muertos cuando el público que quería comprar entradas botó las rejas, logré quedar sentado en las escalinatas, y para que te digo, perdimos uno por cero.
- Ese cuento me lo sé de memoria, supongo que tú ahora no tienes porqué saber que ya lo conocía.
No le gustó mi interrupción y seguimos andando en silencio. A ratos parecía desorientado, aunque aclaró que estaba todo igual, igual de pobre y viejo, sólo los automóviles le llamaban la atención – ¿Todavía fabrican Citronetas? – preguntó con una nostalgia que le brillaba en los ojos -¿Te acuerdas de nuestra Citro? Harto noble, ¡Oye! La cabaña de Leída ¿existe todavía?
- Sí, existe, no se puede vender tampoco, pues legalmente nunca fue tuya, hay un lío de posesión efectiva que no tiene solución, a menos que a los nueve hermanitos se les ocurra aparecerse y vayan todos juntos a una notaría.
CONTINUARA

2 Comments:

Blogger JEC60 said...

Buena, cumpipa, muy buena esta segunda parte. A ver qué pasa con el viejito y sus puchos.
Gracias.
Chuico

4:47 p. m.  
Blogger JEC60 said...

Fernando, entretenida esta entrega inspirada en el Peneca. Nunca te escuchè mencionar a tu padre, ahora lo voy conociendo fantasmalmente,.
Parece que surtiò efecto tu amenaza de entierro, o cierre del blog. Al menos para mi,me impresionò, y estoy esperando lean lo tuyo primero y despues pido a gritos mi derecho a VIDEITO, que quiero poner cositas tambièn!!!! Odt.

11:11 a. m.  

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