parte final MI PADRE
- ¿Rey?
- Sí, pero con democracia.
- ¿Y de lo malo, de qué me salvé?
- El mejor ejemplo fuimos nosotros, hicimos todo mal, estamos tratando de arreglarlo para volver a ser normales, hasta tenemos presidenta mujer.
- A propósito de mujer, ¿No tendrás que ponerle la inyección a tu esposa?
- ¡ Uy, cómo se ha pasado la hora! Vamos, yo estoy alojado en una residencial, pero debe haber una pieza desocupada, allá nos acomodamos.
- No, no, por ningún motivo, no vine a ocasionar problemas. ¿Cómo me vas a presentar? Mi papito que estaba muerto, pero se le ocurrió venir a jodernos la vida, no tengo identidad como ser vivo ¿te das cuenta?
- Sí, pero ¿qué vas hacer, no te vas a quedar en la calle? Supongo que tendrás hambre, por que sed parece que tenías.
- No, no te preocupes, tengo que regresar, ¿pensaste que me podía quedar para siempre?
- No sé.
- Para mí es como un sueño, poder estirarme por un par de horas, después de tanto encogimiento, además de fumarme un pucho, bueno y verte, conocer a un tipo que me pareció al comienzo tan extraño y que resultó ser mi hijo, además que yo creo que no somos tan diferentes, porque que nos gustan las mismas mujeres.
- ¿Te vas por la playa?
- Da lo mismo.
- Te acompaño.
- Sí, pero me preocupa tu mujer. ¿Sabes por qué? Cuando yo estaba en las últimas, a tu madre se le notaba el cansancio, sólo quería que estirara la pata pronto. Lo entiendo, pero dolía, no quiero que a ella le pase lo mismo. Ni siquiera la conozco, pero es algo medio solidario, y mal que mal es mi nuera. ¿Cómo es, se parece a alguien, no tienes alguna fotografía?
- Es, era una mujer bastante alegre, pero ahora, ¡Mira! Aquí tengo una foto más o menos actual. Recién le estaba creciendo el pelo, por las quimio, las drogas para el cáncer
- ¿Y eso no era un teléfono?
- Bueno así son las cosas ahora, saca fotos, guarda música, hace cálculos, te despierta en la mañana, te avisa o recuerda compromisos, cumpleaños, todo lo que se te ocurra, yo no lo sé usar bien. El costo mensual lo paga Andrés, porque con los remedios de Ester ando medio corto en estos momentos.
- ¿Y de tu hijo, de Andrés, tienes alguna foto ahí?
- Si, pues, pero espera, que yo no le pego mucho a esto, ahí están, ¡mira!
- ¡Oye, bien bonita tu familia! ¿Esos son tus nietos?
- Si, tus bisnietos.
- Y del que falleció, ¿no tienes una?
- No, no existían estas cosas, esto es bien nuevo, pero hasta los niños de colegio lo llevan a clases. Hace un tiempo en un matrimonio que fui, antes de empezar el cura dijo, apaguen los celulares, imagínate 300 personas en la iglesia, de seguro que eran 300 celulares. Pero como somos chilenos – El Arauco indómito – decía mi jefe en el banco, lógicamente igual sonaron 2 ó 3 llamadas. Todos dieron vuelta la cabeza para mirar a los infractores, pero ¿qué crees? Cara de raja igual siguieron hablando, puras huevadas como el 99% de la llamadas que se hacen ¡Quédate donde estás, que te voy a sacar una!
- Digo Whisky, así se decía en mi tiempo.
- Todavía, la diferencia que el Whisky ahora es super barato. Saliste muy bien, ¡Mira!
- Rebuena.
- Ven, acércate, así salimos los dos juntos.
- ¿Se puede?
- ¿Viste?
- Sí, sí.
- ¿Qué vas a contar cuando te vean las fotos?
- Si digo que encontré en una playa a mi padre muerto hace 50 años, nadie me lo va a creer, si les muestro la foto, dirán, que era alguien que se parecía y que me estuvo tomando el pelo. No tengo remedio, en todo caso la foto es para mí.
- ¡Oye! ¿Qué estás haciendo?
- Me empeloto.
- ¿Estás loco?
- ¿Y como tú?
- Pero yo estoy muerto, además ¿no se ocurrirá bañarte?
- ¿Por qué no? No quiero que te vayas con la idea de que tuviste un hijo pusilánime o puti no sé cuanto, como me llamaste.
- Te curaste.
- No, allá voy, ¡Yapayapayuuu!
- ¡Cuidado con las rocas, puta el cabro huevón!
- Helada, sí, más helada que la mierda.
- Trota un poco para entrar en calor. ¿En qué mes estamos?
- En Noviembre, ¿por qué, algo especial?
- No, estaba pensando por qué no había nadie en la playa.
- Aquí nunca hay nadie, estás no son playas para bañarse.
- Bueno, ya sé que eres bien hombrecito, por suerte no te ahogaste, más de alguien habría dicho, claro, el padre muerto lo vino a buscar.
- De veras, no se me había ocurrido, porque todo ha sido medio raro, en la playa, nadie, en el restaurante sólo la chica que trajo el vino, me voy a pellizcar para ver que no estoy soñando. Bueno parece que no, pero no sé qué pasa en los sueños si uno se pellizca.
- Filósofo.
- Nada que ver.
- Espérame que me voy a echar una meadita detrás de esas piedras.
Volvió agitando el índice – Hijo, ¿Te has preocupado de la próstata, porque estás en edad? Me dijo riendo.
- Sí, pero por si acaso, no me han metido el dedito, ahora uno se hace el antígeno, que es un examen de sangre y una ecografía y listo. ¿Te acuerdas de la Phillips-shave? Tú tenías una.
- Sí.
- La ecografía es un examen increíble, te pasan por la guata una cosita así como la phillips-shave y te ven todo por adentro.
- Como los rayos x.
- Es que es distinto, a las embarazadas le pueden decir hasta el sexo de la guagua o si viene con alguna enfermedad.
- Interesante, pero creo que llegó la hora de despedirnos.
- Espera, deja contarte que yo también tuve otra mujer.
-¿Y qué, crees que es una gracia?
- No, pero como tú me lo confidenciaste, pensé que me correspondía.
- ¿Y qué pasó?
- Nada, anduvimos varios años, era del banco, pero casada, así es que nunca me pidió nada, sólo que nunca supe si su hija menor era mía. Actualmente se puede hacer un examen del contenido íntimo de cada célula y se puede determinar con absoluta certeza la paternidad o la identidad de un individuo, por ejemplo si a ti te examinaran una célula, la pueden sacar de la boca con un pincelito, te hacen el examen de ADN, que así se llama, y determinan que en verdad eres mi padre o un huevón bien parecido a él.
- Muchos avances, crees que lograrán que los seres humanos sean más felices.
- La felicidad, como todo lo que se quiere medir, necesita de una medida, En el país de los ciegos el tuerto es rey, es una manera de medir el bienestar, no significa que el tuerto es más feliz, sin embargo no siempre aceptamos el bienestar como sinónimo de felicidad. El bienestar sin duda ha aumentado con la tecnología a pasos agigantados, sin embargo como siempre han surgido grupos que proponen un regreso a la naturaleza y que se oponen a toda suerte de desarrollo, supongo que eso los hace más felices, lógicamente al resto del planeta no nos convencen, después de todo tenemos derecho a la tecnología, es el fruto del trabajo y el ingenio de las generaciones que nos precedieron, o sea de nuestros padre y abuelos, cada cual aportando su granito de arena.
- Yo creo que no aporté ninguno.
- ¡Cómo que no! Si fuiste profesor.
- Pero el profe de matemáticas nunca ha hecho feliz a nadie.
- A mí, sí, especialmente hoy, capaz que todo esto sea obra de las amigas de la Ester, que han recurrido a toda clase de secretos de naturaleza para alargarle la vida – total nada se pierde – me recriminan ante mi escepticismo.
- En una de esas.
- En todo caso, yo veo que está sufriendo.
- Pero no se lo hagas saber, que no te pase lo que tu madre conmigo.
- Sí te lo entendí.
- Ya, ahora te dejo.
- ¿A dónde irás?
- No lo sé, me iré caminando hacia el norte, con buen tranco puedo llegar al cementerio de Illapel, que la Gilda debe estar en uno de esos cementerios de pueblo, en una tumba abandonada y sin flores, en verdad que me gustaría visitarla.
- ¿No lo dices en serio?
- No es una broma, pero igual me iré hacia el norte, sólo porque me tinca.
- ¿Cuánto calzas?
- 41
- Igual que yo, quiero hacerte un regalo, así yo también me quedo con algo tuyo.
- ¿Qué cosa?
- Te cambio los zapatos, quizás tú tengas que caminar mucho. Toma. ¿Cómo te quedan?
- Perfectos, se ven como nuevos, gracias.
- Ya chao.
Nos abrazamos un largo rato.
- Vas a llegar pasado a vino.
- Tu también.
- Pero a mí nadie me reta, bueno, ahora.
- Chao, padre, ¿Crees que nos veremos de nuevo?
- ¿Qué sé yo? De esto tampoco entiendo.
- Espera, llévate los puchos y unos pesos para comprarte algo.
- Gracias, amigo, huevón, compadre.
Se alejó por la playa, cuando ya se iba a perder de vista, levantó la mano y me hizo el último saludo. Llamé a Ester. Estaba bien. Entonces me quedé un rato más en la playa, pronto sería la puesta de sol, aunque estaba un poco, sólo un poco nublado. Me miré los zapatos y no pude impedir un sollozo.
FIN.
- Sí, pero con democracia.
- ¿Y de lo malo, de qué me salvé?
- El mejor ejemplo fuimos nosotros, hicimos todo mal, estamos tratando de arreglarlo para volver a ser normales, hasta tenemos presidenta mujer.
- A propósito de mujer, ¿No tendrás que ponerle la inyección a tu esposa?
- ¡ Uy, cómo se ha pasado la hora! Vamos, yo estoy alojado en una residencial, pero debe haber una pieza desocupada, allá nos acomodamos.
- No, no, por ningún motivo, no vine a ocasionar problemas. ¿Cómo me vas a presentar? Mi papito que estaba muerto, pero se le ocurrió venir a jodernos la vida, no tengo identidad como ser vivo ¿te das cuenta?
- Sí, pero ¿qué vas hacer, no te vas a quedar en la calle? Supongo que tendrás hambre, por que sed parece que tenías.
- No, no te preocupes, tengo que regresar, ¿pensaste que me podía quedar para siempre?
- No sé.
- Para mí es como un sueño, poder estirarme por un par de horas, después de tanto encogimiento, además de fumarme un pucho, bueno y verte, conocer a un tipo que me pareció al comienzo tan extraño y que resultó ser mi hijo, además que yo creo que no somos tan diferentes, porque que nos gustan las mismas mujeres.
- ¿Te vas por la playa?
- Da lo mismo.
- Te acompaño.
- Sí, pero me preocupa tu mujer. ¿Sabes por qué? Cuando yo estaba en las últimas, a tu madre se le notaba el cansancio, sólo quería que estirara la pata pronto. Lo entiendo, pero dolía, no quiero que a ella le pase lo mismo. Ni siquiera la conozco, pero es algo medio solidario, y mal que mal es mi nuera. ¿Cómo es, se parece a alguien, no tienes alguna fotografía?
- Es, era una mujer bastante alegre, pero ahora, ¡Mira! Aquí tengo una foto más o menos actual. Recién le estaba creciendo el pelo, por las quimio, las drogas para el cáncer
- ¿Y eso no era un teléfono?
- Bueno así son las cosas ahora, saca fotos, guarda música, hace cálculos, te despierta en la mañana, te avisa o recuerda compromisos, cumpleaños, todo lo que se te ocurra, yo no lo sé usar bien. El costo mensual lo paga Andrés, porque con los remedios de Ester ando medio corto en estos momentos.
- ¿Y de tu hijo, de Andrés, tienes alguna foto ahí?
- Si, pues, pero espera, que yo no le pego mucho a esto, ahí están, ¡mira!
- ¡Oye, bien bonita tu familia! ¿Esos son tus nietos?
- Si, tus bisnietos.
- Y del que falleció, ¿no tienes una?
- No, no existían estas cosas, esto es bien nuevo, pero hasta los niños de colegio lo llevan a clases. Hace un tiempo en un matrimonio que fui, antes de empezar el cura dijo, apaguen los celulares, imagínate 300 personas en la iglesia, de seguro que eran 300 celulares. Pero como somos chilenos – El Arauco indómito – decía mi jefe en el banco, lógicamente igual sonaron 2 ó 3 llamadas. Todos dieron vuelta la cabeza para mirar a los infractores, pero ¿qué crees? Cara de raja igual siguieron hablando, puras huevadas como el 99% de la llamadas que se hacen ¡Quédate donde estás, que te voy a sacar una!
- Digo Whisky, así se decía en mi tiempo.
- Todavía, la diferencia que el Whisky ahora es super barato. Saliste muy bien, ¡Mira!
- Rebuena.
- Ven, acércate, así salimos los dos juntos.
- ¿Se puede?
- ¿Viste?
- Sí, sí.
- ¿Qué vas a contar cuando te vean las fotos?
- Si digo que encontré en una playa a mi padre muerto hace 50 años, nadie me lo va a creer, si les muestro la foto, dirán, que era alguien que se parecía y que me estuvo tomando el pelo. No tengo remedio, en todo caso la foto es para mí.
- ¡Oye! ¿Qué estás haciendo?
- Me empeloto.
- ¿Estás loco?
- ¿Y como tú?
- Pero yo estoy muerto, además ¿no se ocurrirá bañarte?
- ¿Por qué no? No quiero que te vayas con la idea de que tuviste un hijo pusilánime o puti no sé cuanto, como me llamaste.
- Te curaste.
- No, allá voy, ¡Yapayapayuuu!
- ¡Cuidado con las rocas, puta el cabro huevón!
- Helada, sí, más helada que la mierda.
- Trota un poco para entrar en calor. ¿En qué mes estamos?
- En Noviembre, ¿por qué, algo especial?
- No, estaba pensando por qué no había nadie en la playa.
- Aquí nunca hay nadie, estás no son playas para bañarse.
- Bueno, ya sé que eres bien hombrecito, por suerte no te ahogaste, más de alguien habría dicho, claro, el padre muerto lo vino a buscar.
- De veras, no se me había ocurrido, porque todo ha sido medio raro, en la playa, nadie, en el restaurante sólo la chica que trajo el vino, me voy a pellizcar para ver que no estoy soñando. Bueno parece que no, pero no sé qué pasa en los sueños si uno se pellizca.
- Filósofo.
- Nada que ver.
- Espérame que me voy a echar una meadita detrás de esas piedras.
Volvió agitando el índice – Hijo, ¿Te has preocupado de la próstata, porque estás en edad? Me dijo riendo.
- Sí, pero por si acaso, no me han metido el dedito, ahora uno se hace el antígeno, que es un examen de sangre y una ecografía y listo. ¿Te acuerdas de la Phillips-shave? Tú tenías una.
- Sí.
- La ecografía es un examen increíble, te pasan por la guata una cosita así como la phillips-shave y te ven todo por adentro.
- Como los rayos x.
- Es que es distinto, a las embarazadas le pueden decir hasta el sexo de la guagua o si viene con alguna enfermedad.
- Interesante, pero creo que llegó la hora de despedirnos.
- Espera, deja contarte que yo también tuve otra mujer.
-¿Y qué, crees que es una gracia?
- No, pero como tú me lo confidenciaste, pensé que me correspondía.
- ¿Y qué pasó?
- Nada, anduvimos varios años, era del banco, pero casada, así es que nunca me pidió nada, sólo que nunca supe si su hija menor era mía. Actualmente se puede hacer un examen del contenido íntimo de cada célula y se puede determinar con absoluta certeza la paternidad o la identidad de un individuo, por ejemplo si a ti te examinaran una célula, la pueden sacar de la boca con un pincelito, te hacen el examen de ADN, que así se llama, y determinan que en verdad eres mi padre o un huevón bien parecido a él.
- Muchos avances, crees que lograrán que los seres humanos sean más felices.
- La felicidad, como todo lo que se quiere medir, necesita de una medida, En el país de los ciegos el tuerto es rey, es una manera de medir el bienestar, no significa que el tuerto es más feliz, sin embargo no siempre aceptamos el bienestar como sinónimo de felicidad. El bienestar sin duda ha aumentado con la tecnología a pasos agigantados, sin embargo como siempre han surgido grupos que proponen un regreso a la naturaleza y que se oponen a toda suerte de desarrollo, supongo que eso los hace más felices, lógicamente al resto del planeta no nos convencen, después de todo tenemos derecho a la tecnología, es el fruto del trabajo y el ingenio de las generaciones que nos precedieron, o sea de nuestros padre y abuelos, cada cual aportando su granito de arena.
- Yo creo que no aporté ninguno.
- ¡Cómo que no! Si fuiste profesor.
- Pero el profe de matemáticas nunca ha hecho feliz a nadie.
- A mí, sí, especialmente hoy, capaz que todo esto sea obra de las amigas de la Ester, que han recurrido a toda clase de secretos de naturaleza para alargarle la vida – total nada se pierde – me recriminan ante mi escepticismo.
- En una de esas.
- En todo caso, yo veo que está sufriendo.
- Pero no se lo hagas saber, que no te pase lo que tu madre conmigo.
- Sí te lo entendí.
- Ya, ahora te dejo.
- ¿A dónde irás?
- No lo sé, me iré caminando hacia el norte, con buen tranco puedo llegar al cementerio de Illapel, que la Gilda debe estar en uno de esos cementerios de pueblo, en una tumba abandonada y sin flores, en verdad que me gustaría visitarla.
- ¿No lo dices en serio?
- No es una broma, pero igual me iré hacia el norte, sólo porque me tinca.
- ¿Cuánto calzas?
- 41
- Igual que yo, quiero hacerte un regalo, así yo también me quedo con algo tuyo.
- ¿Qué cosa?
- Te cambio los zapatos, quizás tú tengas que caminar mucho. Toma. ¿Cómo te quedan?
- Perfectos, se ven como nuevos, gracias.
- Ya chao.
Nos abrazamos un largo rato.
- Vas a llegar pasado a vino.
- Tu también.
- Pero a mí nadie me reta, bueno, ahora.
- Chao, padre, ¿Crees que nos veremos de nuevo?
- ¿Qué sé yo? De esto tampoco entiendo.
- Espera, llévate los puchos y unos pesos para comprarte algo.
- Gracias, amigo, huevón, compadre.
Se alejó por la playa, cuando ya se iba a perder de vista, levantó la mano y me hizo el último saludo. Llamé a Ester. Estaba bien. Entonces me quedé un rato más en la playa, pronto sería la puesta de sol, aunque estaba un poco, sólo un poco nublado. Me miré los zapatos y no pude impedir un sollozo.
FIN.
1 Comments:
Güena la armó, compipa, se me puso filósofo, pero muy bueno el relato, muy bueno. Gracias por él.
Reciba un abrazo juerte, oiga, de su amigo
Chuico
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